08 noviembre 2006

VALENTÍN

Por Omar Dianese


"VOS NO SOS VALENTÍN"

HISTORIA DEL HOMBRE QUE RESUCITÓ EN LA BOCA

Pedro Muharen permite leer el documento, sin embargo para todos en la ribera sur es nada más que "Valentín". Su apodo resulta una evocación a la nostalgia, el recuerdo de aquel brasileño centrofodward que brillara en los domingos xeneizes de los ´60. Su presencia es casi una necesidad, una perla en una cadena de piedras preciosas en la que lucen los nombres de algunos elegidos: Quinquela, Filiberto...Su voz de duende corta como una daga la mañana brumosa del Riachuelo, y su existencia es disfrutada como un ritual practicado desde hace décadas.

Es hijo del barrio y, por supuesto de la calle. Las horas del reposo suelen encontrarlo abrigado por el abrazo de la noche boquense, azulado terciopelo salpicado de pequeños diamantes que su mirada pareciera reconocer uno a uno.

La radio, su vieja compañera. El mate primero, después el te, sus amigos inseparables. La suerte o la desgracia de su Boca Juniors son el comienzo y el fin de las preocupaciones en este mundo.

No hay bar que no haya pisado ni vereda en la que no haya soñado hacerle un gol a River en la Bombonera y festejarlo con la número doce colgado del alambrado.

Quiso ser pibe eternamente y lo logró, con la enigmática sabiduría de un misterioso mago. Poniendo al tiempo bajo la suela del zapato como Rojitas escondía la pelota.

El crudo invierno modelo 2000 fue mucho más frío en las calles de La Boca. "Mataron a Valentín". Cruel, trágica y odiosa corría la noticia como el mal a cara descubierta , burlonamente ante los rostros inocentes enmudecidos de tristeza.

"No se sabe si una patota o algún loquito que andaba por ahí" se decía entre sollozos en Caminito, antiguos almacenes, pizzerías, conventillos, peluquerías y edificios. Se lo lloró sin consuelo, con bronca, como se llora la ida del hijo pródigo, la muerte del último símbolo. Se narró su velorio en el cuartel de los Bomberos Voluntarios . Espontáneos "cronistas barriales" transmitían con lujo de detalles una despedida a la que, curiosamente, ninguno de ellos había asistido.

Se maldijeron las manos asesinas una y mil veces, se prometió justicia en honor a la memoria de la víctima y ... como no podía ser de otra manera, comenzaron los primeros movimientos para la organización del justo y merecido homenaje. Discusiones interminables alejaban abismalmente la posibilidad de sintetizar una propuesta. En las mesas de los cafés algunos sostenían con vehemencia "un mural en Almirante Brown y Olavarría!", y otros retrucaban : "el corazón de La Boca es Caminito!".

Alguno peleaba con un allegado a Macri que no aceptaba una plaqueta en la fachada del estadio y otros organizaban mitines para exigirle a la legislatura la construcción de un monumento en la entrada del barrio.

Hubo quien, afecto a la historia, la cultura y las tradiciones populares, se regocijaba afirmando que el pueblo boquense adormecido desde la fundación de la república volvía a estar de pie en defensa de la dignidad.

La sureña geografía porteña fue metiéndose sin darse cuenta en un clima de rebeldía y agitación que excedía sorprendentemente el origen de la convocatoria.

Una vecina merecedora de confianza llegó a confesar la circulación de volantes con la consigna "Valentín vuelve y vence. V.V.V."

Y volvió…un mediodía de agosto para el asombro de todos.

Mientras el tan mentado recordatorio transitaba los laberintos de un verdadero caos, "el finado" apareció sentado desfachatadamente en una mesa de "Bachicha".

La novedad fue un reguero de pólvora. Los teléfonos no paraban de sonar en lo que fue algo así como la cadena de la resurrección.

Los abrazos al resucitado se repitieron uno tras otro durante varios días. Los cronistas del funeral se convirtieron naturalmente en cronistas del regreso. Las polémicas por el homenaje, en el estaño de los mismos cafetines, fueron trasmutándose en acaloradas charlas esclarecedoras del hecho.

En verdad fue golpeado, llegando a estar en un estado casi de coma, pero su hermana desconocida en el barrio, logró trasladarlo hasta un hospital que no fue el Argerich , donde luego de una lucha prolongada durante semanas consiguieron salvar su vida.

Hoy jocosamente se le suele decir "impostor", "fantasma", "vos no sos Valentín". Él, harto de dar explicaciones, con el faso entre los labios y sin mirar a la cara de los "desconfiados" saca del bolsillo su documento. Pedro Muharen puede leerse. Pero para la ribera sur será por siempre Valentín, el único hombre que demostró en estos destartalados tiempos tener la inmortalidad asegurada.

(Para escuchar la entrevista realizada por Omar Dianese y Alberto Licatta
hacé click abajo)
Valentín.mp3