07 octubre 2006

LEOPOLDO

Por Omar Dianese
"El futuro es hoy"

Buenos Aires y el invierno son casi la misma cosa. Paseo Colón es un frío camino céntrico. La geografía porteña es una mezcla de cemento y melancólica poesía . El Plata acompaña desde cerca la rutina ciudadana. Pero hasta ahí nomás, como un ladero fiel y silencioso.

La vida parece apurarlos a todos. Nadie aparenta saber por que se apura.

Desde temprano modernos automóviles parecen integrar una caravana carente de sentido.

Gente que transita esas calles casi sin ver. ¿Cómo se apreciará desde lo alto? Pequeñas criaturas desplazándose, nerviosamente, en el interior de un extraño laberinto de asfalto.

Soledades disimuladas, rodeadas de edificios maniáticos guardianes de la city.

Así todos los días, todas las semanas, toda la vida .

Las oficinas esperan los comentarios de siempre. Los bares tientan con un café y un diario. Para olvidar por un rato la tragedia.

Hacia el este Puerto Madero ofrece un mediodía de película. Cerca del bajo siguen embistiendo a la historia hasta que no queden rastros. Hasta que no queden huellas. Hasta que no quede historia.


La avenida es una recova que ofrece garrapiñadas, cubanitos, calculadoras, monitos que silban, paraguas, relojes, guantes, recuerdos amarillentos, un ramo de nostalgia ...

Mientras espera zapatos para lustrar, el Pato se zambuye en las páginas de Crónica. Alfredo camina una y otra vez con la bandeja repleta del bar a la oficina. Así es la vida en el microcentro hasta entrada la noche. Entonces todas las voces se callan. Todas las miradas desaparecen...ó casi todas.

Leopoldo sigue mirando. La ciudad vacía, despojada de almas, habitada por el silencio.

Con su radio, con su mate, con su par de bolsos. Con su mundo de pavimento gris. La vereda es su hogar, su vida es nada más que el día a día.

Alguna vez comentó:

"Quisiera estar quince o veinte minutos en una oficina, y ver como es el desempeño, el desarrollo. Para mucha gente, para la multitud, no sé si paso inadvertido o me ignoran como lo ignoran todo, desde siempre. Creyendo que los demás no están ni siquiera para ocupar un lugar en la calle caminando sino que son los juguetes de ellos.
Prestás atención a los ojos de la gente y esas miradas están cargadas de maldad."

El anochecer de tonos morados, azulinos, suele poner cotidianamente el final a la urbanísima novela, para volver a comenzar a la mañana siguiente. El futuro no existe. El presente es juntar latas por las calles céntricas para cambiarlas por unas monedas.

Sábados y domingos no hay función. Desierto de alquitrán.

Pero el lunes las frustraciones vestidas de traje o minifalda volverán a poblar calles y avenidas. Para aturdirse nuevamente hasta la amnesia y olvidar lo más rápido posible el fin de semana a solas, con ellos mismos.

Los edificios volverán de su modorra, los bares reabrirán sus puertas, las oficinas dirán: " has vuelto…"

Él seguirá en el lugar de siempre, solo presente…Con eso le basta y sobra.

(Para escuchar la entrevista hacé click abajo)


Leopoldo.mp3

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