Si queremos saber qué siente la gente y cómo vive, cómo son sus emociones, y los motivos y las razones por las que actúan en la forma con
que lo hacen: ¿por qué no preguntarles a ellos mismos? G. ALLPORT.
24 octubre 2008
CASA RAAB
Bartolomé Mitre al 1300. Buenos Aires regala una tardecita de sol. Pasaje Rivarola. Vereda par.
Un reloj enorme, plateado como una luna, ofrece la bienvenida. Con el aspecto de un sobrio mayordomo.
En la vidriera una galaxia de relojes de bolsillo deslumbra.
Se trata de una casona antigua. Madera añeja y cristal. Quizás el lugar soñado para cobijar misterios indescifrables. Mansión propia de libro de cuento.
Ahí la vida late con un sonido particular. Inconfundible. Sinfonía tenue de pretéritos y futuros.
Un hombre de mirada profunda espera paciente. Puede rescatar de la agonía relojes con el corazón envejecido; volver a la vida aquel viejo cu–cu; o esa antiquísima pieza de péndulo.
Restaurador de minutos y segundos.
Puede hacer todo esto y mucho más. Contar la historia del tiempo. Al fin y al cabo, él es su padre.
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