Sueños, informática y desamparo
Buenos Aires. Un desafío de cemento gris que no da treguas. Historias alquitranadas que se derraman a diario en un escenario empedrado o penosamente asfaltado.
Extraño contraste siglo XXI de tango y Rock and Roll; de pizza, moscato y fainá; de corazones solitarios inmersos en el olvido y la lujuria; de vértigo y siesta; de chapa, madera y enormes edificios modelo 2000.
Un loco, irreverente autódromo del descontrol en el que se pisa el acelerador a fondo. Una obra de treatro en la que el facilismo parece ser el gran protagonista y la solidaridad la pobre muchachita abandonada.
El vino amargo de la decepción y el café triste de la incertidumbre bebidos desde la mesa de un bar mirando pasar el mundo.
La noche suele colocar un oscuro telón a la pantomima del diurno festival del desencuentro, abriendo las puertas "del concert" de la marginación como un sótano penumbroso.
Miles de televisores encendidos convocan un universo de miradas. Ojos atentos
a los análisis de la realidad cuando la realidad no resiste análisis alguno; al último video clip de los Rolling Stones; al clásico entre la Roma y la Lazio; a los vacíos noticieros; a la frivolidad farandulesca...